REFLEXIONES SOBRE CUESTIONES POCO O NADA TRIVIALES
¿POR QUÉ HAY TANTAS RELIGIONES?
Si Dios es Uno solo y se ha revelado en Jesucristo, ¿por qué ha permitido tantas religiones?
Si Dios es Uno solo y se ha revelado en Jesucristo, ¿por qué ha permitido tantas religiones? Esta es una de las preguntas que podría plantear la Jornada de oración en Asís, a la que Juan Pablo II ha dado su propia respuesta. Se la planteó el periodista italiano Vittorio Messori en el libro "Cruzando el umbral de la esperanza" (Plaza&Janés, 1994). El pontífice dedicó cuatro capítulos a responderla.
En el libro el Papa afirma que "en vez de sorprenderse de que la Providencia permita tal variedad de religiones, deberíamos más bien maravillarnos de los numerosos elementos comunes que se encuentran en ellas". Cristo vino al mundo para todos los pueblos, dice el Papa, "los ha redimido a todos y tiene ciertamente Sus caminos para llegar a cada uno de ellos, en la actual etapa escatológica de la historia de la salvación. De hecho, en aquellas regiones muchos lo aceptan y muchos más tienen en Él una fe implícita (cf. Hebreos 11,6)".
Respecto al Islam el Papa señala que "cualquiera que, conociendo el Antiguo y el Nuevo Testamento, lee el Corán, ve con claridad el proceso de reducción de la Divina Revelación que en él se lleva a cabo. Es imposible no advertir el alejamiento de lo que Dios ha dicho de Sí mismo, primero en el Antiguo Testamento por medio de los profetas y luego de modo definitivo en el Nuevo Testamento por medio de Su Hijo. Toda esa riqueza de la autorrevelación de Dios, que constituye el patrimonio del Antiguo y del Nuevo Testamento, en el islamismo ha sido de hecho abandonada. Al Dios del Corán se le dan unos nombres que están entre los más bellos que conoce el lenguaje humano, pero en definitiva es un Dios que está fuera del mundo, un Dios que es sólo Majestad, nunca el Emmanuel, Dios-con-nosotros. El islamismo no es una religión de redención. No hay sitio en él para la Cruz y la Resurrección. Jesús es mencionado, pero sólo como profeta preparador del último profeta, Mahoma. También María es recordada, Su Madre virginal; pero está completamente ausente el drama de la Redención. Por eso, no solamente la teología, sino también la antropología del Islam, están muy lejos de la cristiana". "Sin embargo, prosigue el pontífice, la religiosidad de los musulmanes merece respeto. No se puede dejar de admirar, por ejemplo, su fidelidad a la oración. La imagen del creyente en Alá que, sin preocuparse ni del tiempo ni del sitio, se postra de rodillas y se sume en la oración, es un modelo para los confesores del verdadero Dios, en particular para aquellos cristianos que, desertando de sus maravillosas catedrales, rezan poco o no rezan en absoluto. El Concilio ha llamado a la Iglesia al diálogo también con los seguidores del "Profeta", y la Iglesia procede a lo largo de este camino. Leemos en la Nostra aetate: "Si en el transcurso de los siglos no pocas desavenencias y enemistades surgieron entre cristianos y musulmanes, el Sacrosanto Concilio exhorta a todos a olvidar el pasado y a ejercitar sinceramente la mutua comprensión, además de a defender y promover juntos, para todos los hombres, la justicia social, los valores morales, la paz y la libertad" (n. 3)"
Por lo que respecta al Judaísmo, Juan Pablo II sostiene que "las palabras de la Nostra aetate suponen un verdadero cambio. El Concilio dice: "La Iglesia de Cristo reconoce que, efectivamente, los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya, según el misterio divino de salvación, en los Patriarcas, Moisés y los Profetas. [...] Por eso, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo con el que Dios, en su inefable misericordia, se dignó sellar la Alianza Antigua, y que se nutre de la raíz del buen olivo en el que han sido injertados los ramos del olivo silvestre que son los gentiles. [...] Por consiguiente, siendo tan grande el patrimonio espiritual común a los cristianos y a los hebreos, este Sacro Concilio quiere promover y recomendar entre ellos el mutuo conocimiento y estima, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y de un fraterno diálogo" (n. 4)". "Tras las palabras de la declaración conciliar está la experiencia de muchos hombres, tanto judíos como cristianos. Está también mi experiencia personal desde los primerísimos años de mi vida en mi ciudad natal. Recuerdo sobre todo la escuela elemental de Wadowice, en la que, en mi clase, al menos una cuarta parte de los alumnos estaba compuesta por chicos judíos. Y quiero ahora mencionar mi amistad, en aquellos tiempos escolares, con uno de ellos, Jerzy Kluger. Amistad que ha continuado desde los bancos de la escuela hasta hoy. Tengo viva ante mis ojos la imagen de los judíos que cada sábado se dirigían a la sinagoga, situada detrás de nuestro gimnasio. Ambos grupos religiosos, católicos y judíos, estaban unidos, supongo, por la conciencia de estar rezando al mismo Dios. A pesar de la diversidad de lenguaje, las oraciones en la iglesia y en la sinagoga estaban basadas, en considerable medida, en los mismos textos" [...].
"Este extraordinario pueblo continúa llevando dentro de sí mismo las señales de la elección divina. Lo dije una vez hablando con un político israelí, el cual estuvo plenamente de acuerdo conmigo. Sólo añadió: "¡Si esto fuera menos costoso...!" Realmente, Israel ha pagado un alto precio por su propia "elección". Quizá debido a eso se ha hecho más semejante al Hijo del hombre, quien, según la carne, era también Hijo de Israel; el dos mil aniversario de Su venida al mundo será fiesta también para los judíos [...] Cuándo podrá el pueblo de la Antigua Alianza reconocerse en la Nueva es, naturalmente, una cuestión que hay que dejar en manos del Espíritu Santo. Nosotros, hombres, intentemos sólo no obstaculizar el camino"
También se refiere al Budismo. Al respecto, señala que "la soteriología [doctrina de la salvación] del budismo constituye el punto central, más aún, el único de este sistema. Sin embargo, tanto la tradición budista como los métodos que se derivan de ella conocen casi exclusivamente una soteriología negativa. "La "iluminación" experimentada por Buda se reduce a la convicción de que el mundo es malo, de que es fuente de mal y de sufrimiento para el hombre. Para liberarse de todo este mal hay que liberarse del mundo; hay que romper los lazos que nos unen con la realidad externa, por lo tanto, los lazos existentes en nuestra misma constitución humana, en nuestra psique y en nuestro cuerpo. Cuanto más nos liberamos de tales ligámenes, más indiferentes nos hacemos a cuanto es el mundo, y más nos liberamos del sufrimiento, es decir, del mal que proviene del mundo. ¿Nos acercamos a Dios de este modo? En la "iluminación" transmitida por Buda no se habla de eso. El budismo es en gran medida un sistema "ateo". No nos liberamos del mal a través del bien, que proviene de Dios; nos liberamos solamente mediante el desapego del mundo, que es malo. La plenitud de tal desapego no es la unión con Dios, sino el llamado "nirvana", o sea, un estado de perfecta indiferencia respecto al mundo. Salvarse quiere decir, antes que nada, liberarse del mal haciéndose indiferente al mundo, que es fuente de mal".
En cuanto al hinduísmo, el Papa opina que en éste "los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía; buscan la liberación las angustias de nuestra condición, sea mediante formas de vida ascética, sea a través de la profunda meditación, sea en el refugio en Dios con amor y confianza. En el hinduismo, según sus varias escuelas, se reconoce la radical insuficiencia de este mundo mudable y se enseña un camino por el que los hombres, con corazón devoto y confiado, se hagan capaces de adquirir el estado de liberación perfecta o de llegar al estado de suprema iluminación por medio de su propio esfuerzo, o con la ayuda venida de lo alto" (Nostra aetate, 2).
"El Concilio recuerda que "la Iglesia católica no rechaza nada de cuanto hay de verdadero y santo en estas religiones. Considera con sincero respeto esos modos de obrar y de vivir, esos preceptos y esas doctrinas que si bien en muchos puntos difieren de lo que ella cree y propone, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Pero Ella anuncia y tiene la obligación de anunciar a Cristo, que es "camino, verdad y vida" (Juan 14,6), en quien los hombres deben encontrar la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios ha reconciliado Consigo mismo todas las cosas" (Nostra aetate, 2).
Por último, y en lo que respecta a las religiones animistas, el Papa señala que "ponen en primer plano el culto a los antepasados. Parece que quienes las practican se encuentren especialmente cerca del cristianismo. Con ellos, también la actividad misionera de la Iglesia halla más fácilmente un lenguaje común. ¿Hay, quizá, en esta veneración a los antepasados una cierta preparación para la fe cristiana en la comunión de los santos, por la que todos los creyentes vivos o muertos forman una única comunidad, un único cuerpo? La fe en la comunión de los santos es, en definitiva, fe en Cristo, que es la única fuente de vida y de santidad para todos. No hay nada de extraño, pues, en que los animistas africanos y asiáticos se conviertan con relativa facilidad en confesores de Cristo, oponiendo menos resistencia que los representantes de las grandes religiones del Extremo Oriente".
Zenit 31/01/2002
LA EDUCACIÓN, EN GRAN PARTE, ES ADECUADA DIVULGACIÓN
Breves anotaciones sobre los clamorosos casos del wokismo, el globalismo y otras ideologías antipersona, como prototipos de las falacias, la sinrazón y el timo organizado.
Es estos casos se nota la importancia de investigar cuidadosamente, tanto en educación como en comunicación, por la necesidad que hay de divulgar decentemente, cosa a la que se dedican ambas disciplinas.
La educación se convierte en un peligro si no va precedida de investigación rigurosamente cabal sobre cómo aprender a madurar el carácter por medio de las virtudes universales (abnegación, generosidad, coraje, paciencia, laboriosidad, sobriedad, autocontrol, prudencia, piedad...). Es así porque la educación se enfoca a la construcción de mejores personas, lo que se opone radicalmente al adoctrinamiento. Lo mismo se puede decir de la comunicación y el periodismo, que son esencialmente contrarios a la manipulación y la confusión.
La comunicación y el periodismo se convierten en un peligro si no va precedidos de investigación lo más rigurosa posible sobre hechos probados.
Como ejemplo concreto, vemos un botón de muestra; cómo funciona wikipedia, por si aún no lo sabíamos: AQUÍ
LA ÚNICA MANERA DE RECUPERAR OCCIDENTE
Con una masa social ignorante e incultura, manejada por los populismos, el egoísmo y el hedonismo, la situación de la Civilización Occidental, antes discretamente cristiana, hoy se desliza por el fango sin capacidad de reacción frente a las tiranías del materialismo, del relativismo y del globalismo. Carácter de cristal, pensamiento débil y hombre light, estos son tres grandes rasgos de un mismo fenómeno. En esto ha ido a parar el hombre contemporáneo. Su recuperación requiere una formación sólida de cuño humanista.
NECESIDAD Y URGENCIA DE FORMACIÓN
La deformación de la juventud es un recurso para el cambio que ha sido siempre hábilmente utilizado por las ideologías. Y para justificar el monopolio de la deformación hablan de "socializar". Pero en realidad sólo les interesan los esclavos, para lo cual tienen la siniestra ayuda de los ángeles rebeldes.
Así es esto de simple. Por todo lo cual hay que movilizar los medios operativos para quitarse de encima el yugo de este pesado lastre. Y por eso hay que invertir en formación en auxilio de familias, maestros, tutores; creando ciencia de la educación, ética y antropológica aplicadas a la educación.
SIN ATRICIÓN TODO ES FICCIÓN
En Historia del mal, se explica con singular agudeza en qué sentido y de qué modo el mal es la destrucción producida por el odio. Esa destrucción que, a través de los medios, presenciamos en el padre que asesina a sus hijas para destruir a la madre, que es la reproducción de un arquetipo clásico, descrito por Eurípides en su tragedia Medea.
En el homicida, el odio opera así: «Nunca duermes. El odio te lo impide. Tiene mucha más fuerza que el cansancio… Hasta cuando el cansancio es ya supremo el odio triunfa de él, y lo supera… el odio será siempre más fuerte, más fuerte que el cansancio ya infinito. Y no podrás dormir… ni siquiera podrás morir: no podrás darte cuenta cuando mueras porque ya desde mucho tiempo antes estabas habitando en el infierno» (cfr. J. J. Cabanillas y J. Cotta, Lengua en paladar).
El odio es la reacción destructiva que paga con destrucción, la destrucción que uno mismo ha padecido al ser privado de lo que uno más amaba. Lo que uno más ama puede ser la esposa o el esposo, los hijos, los padres, la hacienda, la fama, lo que sea. Y eso que uno ama sobre todo es la razón y el fundamento del propio vivir y del propio ser, porque uno existe y vive para eso. Odiar es desear que algo que existe deje de existir, que se convierta en nada. Es lo contrario del amor, que consiste en querer que la persona que se ama tenga una existencia más plena.
En la tragedia de Eurípides, Medea siente que su esposo Jasón la ha traicionado a ella y a sus hijos al querer dejarla y tomar como esposa a la hija del rey de Corinto, su anfitrión. Entonces Medea monta un plan para matar a la hija del rey y a los hijos que Jasón ha tenido con ella, y para dejar vivo a Jasón, para que viva en la angustia de quedarse sin lo que amaba, para que viva en la nada.
El odio no se cura con la venganza, porque la venganza no devuelve la vida a los seres amados. El odio se cura con el perdón. Per-donar es volver a donar lo que se había destruido, es decir, volver a donar el ser a las personas destruidas. Algo que no está al alcance de los seres humanos, que no pueden dar el ser a los que han sido destruidos. Pero tampoco pueden dejar de odiar, de querer destruir. Los hombres no pueden perdonar, convertir el odio que llevan dentro en amor, convertir la nada en que han quedado convertidos en ser fructífero y generador de vida. Los hombres no podemos perdonar, no tenemos esa capacidad. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Los hombres, lo más que podemos hacer es pedir ayuda para poder perdonar.
MULTITAREA Y GESTIONAR LAS PRISAS
Está resurgiendo el controvertido fenómeno del nuevo multitasking, aparentemente contracultural, retrospectivo y capaz de hacer reaccionar a durísimos adversarios. Provocado por el confinamiento, el aislamiento, el teletrabajo, las precariedades generadas por el atasco postmoderno y la pandemia, viene a significar que no toca otra que especializarse en varios frentes para ser competitivos, autosuficientes, sostenibles y solventes. Así, estamos viendo a profesionales y autónomos que, en su oficina o en su pequeña empresa, se ven obligados a hacerse capaces de realizar el trabajo de su propia especialidad y, a la vez, convertirse en gestores, informáticos, traductores, fotógrafos, diseñadores, contables, electricistas, instaladores, decoradores, enfermeros, cocineros, etc, casi siempre con la ayuda de aplicaciones peculiares, tutoriales insólitos, prodigiosas robóticas localizadas por internet, mensajería rápida y contactos múltiples con otros especialistas y otros profesionales. Cuando, por otro lado, noticias contradictorias y disparatadas afirman que la multitarea es una gran trampa que resta productividad; que la multitarea con medios digitales altera la memoria; que la explosión de la tecnología y los medios digitales parece tener efectos cognitivos negativos, provocando ansiedad y depresión; que la multitarea es neurosexista y no es atribuible a una cuestión de hormonas... Aún cabe preguntarse: Leonardo da Vinci, Michelangelo Buonarroti, Edison y otros multitasking ¿fueron genios o locos? ¿Fue la multitarea la culpable de que no pudieran lograr más cosas con su talento o la que dió cauce a su legado universal? ¿Viene a ser esto algo similar al espíritu millennial, hipsters, gentry, casual u estilos de vida alternativos?
El caso es que multitarea y tranquilidad no tienen por que contraponerse como en un oxímoron. Resulta perfectamente aprovechable la idea de autores como Honore Carl —"Elogio de la Lentitud" (del ya lejano 2017)—, que cuestionan el culto a la velocidad, si se es capaz de entender por qué muy posiblemente la multitarea ayuda a la calma deseable. No vamos ser más eficientes, por hacer más cosas por minuto, por hora, cada día. Pero hacernos capaces de hacer un poco de todo lo esencial, controladamente y con la ayuda de las nuevas tecnologías, puede hacernos ganar mucho tiempo. Lo que hace que vivamos al borde de la extenuación no es tanto la multitarea como las prisas aceleradas y descontroladas, sumadas sobre todo a la falta de inteligencias multiples, a la falta de entrenamiento múltiple, a la falta de flexibilidad mental y a la desmedida afición al mal llamado tiempo libre, que no suele ser más que un tiempo de ocio superfluo.